Introducción
En el contexto actual, dentro de muchos círculos conservadores evangélicos, escuchar la palabra crítica X es inmediatamente asociado a algo dañino, anti-bíblico, anti-fe y hasta satánico. Las razones para esto pueden ser varias. El desconocimiento de la materia puede llevar a muchos a entender que el uso del termino crítico, o critica, se refiere a atacar o cuestionar algo; en este caso, la fe en los relatos bíblicos. De ese mismo modo, el conocimiento a medias puede ocasionar que se asocie toda herramienta crítica con la alta y baja crítica. En estos casos el común denominador es no tener una idea clara y rigurosa del término en cuestión. Las metodologías críticas no son malas, no son dañinas. No es que no se le puede dar un uso en ese sentido, puesto que quien la usa puede tener esas inclinaciones. Pero, en sí mismas, no son dañinas. Si el termino es permitido, dichas metodologías pueden ser bautizadas.
Una de las metodologías críticas es la de la redacción. Esta es conocida como historia de la redacción o crítica de la redacción. Esta tiene como objetivo precisar los ensamblados o armados que ha realizado el autor con todos los elementos a su disposición al momento de redactar, ya sean tradiciones previas o elementos propios; cambios que el autor orquestó, retoques, agregados, omisiones, etc., para contemplar la estructuración final que impuso a su obra. La crítica intenta determinar el punto de vista teológico del escritor a través de los relatos o fuentes que eligieron, y su razón de ser elegidos. Este aspecto es muy importante porque permite apreciar lo que el escritor quiere comunicar realmente con su escrito. No es que sin esta metodología un creyente promedio no puede tener una idea o recibir un rayo de luz al respecto. Lo que se quiere decir es que con esta metodología se aprecian una gran cantidad de elementos que pasan desapercibidos sino se recurre a la misma. Descubrir estos elementos no hace más que enriquecer el conocimiento sobre la intención del autor. Saber por qué Marcos presenta su escrito de esa forma no hace más que incentivar a que apreciemos con mayor precisión cada detalle de su mensaje. Detalles como estos dirigen la atención a comprender la situación que el evangelista quiso presentar y hasta cierto punto, apreciar por qué él la encontró tan relevante que quiso transmitirla por escrito a todos aquellos que iban a leer y recibir su escrito.
En definitiva, no hay nada de dañino en las ciencias críticas, como lo muestra una de sus metodologías: la crítica de redacción. Lo realmente dañino sería no acceder a las riquezas de las profundidades del conocimiento que nos permite maravillarnos y asombrarnos de descubrir cosas nuevas que fortalezcan la comprensión, y hasta la fe, del lector e investigador. Si el conservador cree que no debe usar estas herramientas por ser anti-fe y porque llevan a cuestionar o perder la fe en el relato bíblico, solo queda preguntar cómo este supo a ciencia cierta que la fe es cuestionada en un relato que ni siquiera ha sido capaz de analizar su fin o propósito, ya que para ello necesita recurrir a las metodologías críticas.
La historia de la crítica de la redacción
El termino alemán redaktionsgeschichte se traduce al español como crítica de la redacción. El mismo fue acuñado por Willi Marxsen en su obra sobre el evangelio de Marcos. Su hora vino, citando las palabras de Zimmermann, “después de la segunda guerra mundial” (Zimmermann, 1969, pág. 234). En sentido general, la idea que se tenía desde la historia de la forma es que el redactor era un simple compilador de pequeñas unidades de tradiciones. Willi Marxsen lo expresa de la siguiente manera: “por lo general, en la historia de la forma el llamado “redactor” queda muy mal parado. Se le designa de buen grado “compilador”, pero a duras penas se le concede una participación genuina suya en la composición de la obra que no sea en detalles mínimos y sin importancia. Típica es, por ejemplo, la observación de M. Dibelius: “la comprensión literaria de los evangelios empieza cuando se acepta que contiene colecciones. Los redactores solo en muy pequeño grado son autores; normalmente son compiladores”. (Marxsen, 1981, pág. 5). Sobre esta misma idea, otro autor se hace eco: “la historia de las formas atendió unilateralmente a la tradición preevangélica considerando a los evangelistas, casi en exclusiva, como meros compiladores y transmisores. Se explica por esto el que en los últimos decenios haya oscilado el péndulo en dirección contraria, y que la reflexión sobre la historia redaccional haya hecho pasar a un primer plano con decisión el estudio particularizado y la orientación teológica de cada uno de los evangelistas. Como en la historia de las formas, también aquí ahora se aplica el método redaccional a la investigación sobre el Antiguo Testamento, y dentro del Nuevo se da la preferencia a los Evangelios sinópticos.” (Zimmermann, 1969, pág. 234).
En sentido estricto del término, realmente la historia de la redacción comienza con los trabajos de H Conzelmann. El punto de arranque de él se centraba en el problema que se ilustraba con la siguiente pregunta: ¿cómo concibe el mismo Lucas su exposición en su escrito? Con esto no se quiere decir que anterior a la redaktionsgeschichte no existía ningún tipo de interés o preocupación por estos temas. De hecho, sí lo había. Para mostrar que siempre ha existido un interés en toda la historia sobre este tema, se suele mencionar las notas de Papías sobre Marcos y Mateo, o las del canon de Muratori. Estos casos y más, como la armonía de los evangelios de Taciano, las exposiciones de Jerónimo sobre cada evangelista, etc., muestran que ha existido conciencia del problema y los evangelios se han sometido a estudios sobre sus características particulares. Por eso, “sería inexacta la afirmación de que, hasta no llegar el método de la historia redaccional, se ignoraba el problema” (Zimmermann, 1969, pág. 235).
Se dice que la critica literaria fue la que con toda su capacidad tendió el puente para unirnos con el método de la historia de la redacción. Esto se debe a que la comparación sinóptica y el estudio de las fuentes de los evangelios sinópticos exigía la elaboración de un método que facilitara la investigación sobre el trabajo redaccional de los evangelistas. Algunos ya habían dado sus pasos en esa dirección. Entre ellos está Wrede. Lo correcto sería decir que la crítica literaria abrió el rumbo a la historia de las formas, y la historia de las formas allanó el camino hacía la historia de la redacción. Esto acontece justo cuando por medio de la historia de las formas se aprende a distinguir entre los materiales o fuentes de la tradición y el marco o estructura en que se insertan dichos materiales o fuentes. Por medio de la historia de las fuentes lo que se buscaba era descubrir los bloques de tradición; y, simultáneamente, hacer una demostración de como se aísla el marco del bloque de tradición. Ensayos como los de Dibelius y Bultmann sobre la historia de las formas los hace llegar al trabajo que pusieron los evangelistas en el manejo de los materiales de la tradición. En ese sentido, resulta que es la crítica de las formas, y no la literaria, la que lleva a la crítica de la redacción.
Como suele suceder con muchas metodologías y procedimientos, los mismos tienden a la evolución y mejora, puesto que, de no ser así, quedan en el olvido. Hoy día se habla de que el enfoque de la crítica de la redacción de mano de sus progenitores es un enfoque ya clásico que debe ser complementado con otras herramientas. “Dicho esto, en otros términos, bajo el concepto análisis crítico-redaccional se estaría reconociendo como punto de partida y como enfoque referencial el clásico método de la redaktionsgeschichte, pero a su vez, se mostraría clara sensibilidad respecto a los nuevos avances y contribuciones aparecidos desde aquel tiempo hasta la fecha, y en los que habría por supuesto que mencionar los así llamados enfoques del dentro del texto (texto coherente, narrativa), y del delante del texto (retórica) como, especialmente, además, el enfoque socio-retórico desarrollado particularmente por Gerd Theissen, que ha mostrado ser de enorme utilidad en aras de una mejor comprensión del colorido local y del contexto histórico que enmarcan a los evangelios”. (Avendaño, 2021, págs. 10-11).
La metodología en la crítica de la redacción
“Objeto de la investigación histórica de la redacción es «dar razón de la obra en su configuración actual», y por este camino llegar al modo de concebir de cada evangelista. «Previamente a esta concepción se da una estampa-base de la persona y actividad de Jesús, imagen avasalladora que imprime su sello en todo el material de la tradición que van a manejar los evangelistas, y se impone aun donde ese material parece rebelde».” (Zimmermann, 1969, pág. 242). La forma que tiene cada evangelio nos lleva, necesariamente, a concluir sobre la concepción del escritor. El método de la crítica de la redacción nos lleva a ver el marco sobre el que el evangelista a encuadrado todo su material. Los evangelistas seleccionaban este material de las fuentes que tenían disponibles. Puede ser que en su evangelio mencionen esto (Jn 20:38), o puede ser que no. Aún no hagan mención, la selección de material se puede evidenciar. Elegir o acomodar material existente no los hace ser putos compiladores. Más bien, los hechos muestran que son interpretes de la tradición. Sobre esto último, se puede decir que los cambios introducidos por el trabajo de interpretación se pueden evidenciar a través de un documento-base. Un ejemplo de un documento-base sería, para Mateo y Lucas, Marcos y Q. Los cambios introducidos por Mateo y Lucas pueden mostrar la interpretación de estos sobre la tradición, y así diferencial entre tradición y redacción.
Entre los cambios que redacción que los evangelistas han incluido se pueden evidenciar mejoras estilísticas en cuanto a la selección de palabras o la modificación de la construcción de frases. Un ejemplo sería el cambio que Lucas hace al presente histórico de Marcos por una forma pretérita. Sobre estos cambios de estilos, se debe decir que “el estudio del estilo pertenece esencialmente al método de la historia de la redacción, ya que, por este procedimiento, llegamos a descubrir con más seguridad la característica y propósitos de cada evangelista. En Lucas, p.ej., tenemos que advertir además que su lenguaje se acerca con frecuencia al de los Setenta.” (Zimmermann, 1969, pág. 246). La mano de la redacción también se ve con las aclaraciones al texto-base. Lucas, en 22:69, añade tú zeú (transliteración fonética del griego al español) a la palabra dúnamis (transliteración fonética del griego al español) que usa Marcos en 14:62. Otro ejemplo de la intención redaccional del evangelista se puede ver en la narración sobria de Marcos sobre la sirofenicia cuya hija estaba poseída por un demonio. Mateo tomo esta escena y la convirtió en algo breve, peor dramático.
La interpretación de la tradición se puede evidenciar con mayor peso en la interpretación teológica del evangelista sobre la misma. “A pesar de unos medios limitados redaccionales, los evangelistas han dado a la tradición por ellos manejada el sello de su punto de vista personal en la interpretación de la fe y su concepción teológica…” (Zimmermann, 1969, pág. 252). A la narración sobria de Marcos sobre la vocación de Leví, Lucas añade la frase katalipón pánta (transliteración fonética del griego al español), lo que muestra que Lucas quiere acentuar que el que se decide por el seguimiento de Cristo debe desprenderse de todo. Así, Lucas la de una interpretación, su impronta teológica, al documento-base. A todo esto, y como ya mencionaba Avendaño (citado anteriormente), el método redaccional ha ido evolucionando a mejorar de formas muy importantes. Una de ellas, mencionadas más arriba: el colorido local. En palabra de Theissen, “el colorido local se refiere a la impronta que el lugar donde se produjo una transformación deja en el contenido de los textos, en la tradición local” (Theissen, 1997, pág. 17). Con esto dicho, podemos ver que el área desde donde el evangelista hizo su trabajo redaccional ha dejado una impronta en el texto. Podemos ver, inclusive, y hasta identificar, los sectores y lugares desde donde el redactor hace su labor. Su contexto social. Un ejemplo de esto sería que las regiones marginadas de Galilea, los marginados sociales, son los más propensos a hablar o escribir desde un enfoque escatológico con esperanzas de una intervención y justicia divina en el presente.
¿Cómo esto es útil?
¿Cuál es la utilidad de la metodología trazada por la crítica de la redacción? Se podría hablar, desde un enfoque sociológico y hasta antropológico, en cierto sentido; que esto nos permite conocer la comunidad en la que una tradición era relevante y cómo esta era entendida. Se puede hablar desde un sentido histórico, como ciertas tradiciones y sus intenciones redaccionales reflejan una evolución en la comprensión de esta según los estados momentáneos en los que se encontraban ciertas comunidades de creyentes. Pero, el mayor aporte, o la mayor utilidad, se puede apreciar si se enfoca a las razones por la que el evangelista, en estos casos, tomó ciertas tradiciones disponible para escribir su texto y dar un mensaje, ordenado e interpretado desde su perspectiva teológica a través de un proceso interpretativo de la tradición o un documento-base. La intención del autor se marca más, se vislumbra más desde esta óptica. ¿Por qué elegir estas tradiciones y otras no? ¿Por qué ordenarlas de la forma en que lo hizo? ¿Por qué los cambios de estilo, correcciones, y demás? ¿Por qué el producto final, el escrito, está de esta forma? Todos esos puntos tomados debidamente en cuenta ayudan a buscar la intención del autor desde un acercamiento óptimo y real, que toma en cuenta hasta estos mínimos detalles. Como se mencionó anteriormente, ya desde la crítica de las formas se podía ver este trabajo redaccional, pero sin la crítica de la redacción, no sería posible ver que cada detalle del autor tenía un propósito que ilustra la intención dentro de su escrito. Es por todo esto que, a la hora de determinar la intención del autor en su escrito, es necesario el uso de la crítica redaccional para tener una mirada más abarcadora sobre la intención del autor, la cuál se puede ver en su labor redaccional sobre las tradiciones que elige y cómo ha dejado su impronta interpretativa sobre las mismas.
Conclusión
El cristianismo actual ya no puede seguir satanizando, sin conocer, herramientas metodológicas que más que daños, traen bien a la causa exegética sobre los textos bíblicos y su correcta interpretación. Un enfoque hermenéutico integral es necesario, uno que haga uso de las herramientas críticas, debido a que estas tienen gran utilidad.
El uso de la crítica redaccional permite complementar elementos y herramientas ya existentes que ayuden a tener una mejor visión global de la intención del autor. Dicha intención no solo se ve en su temática al escribir, sino hasta en lo que omite, añade o interpreta de un sentido diferente a otros autores. Esta herramienta ayuda a tener una mayor apreciación del propósito del autor, en este caso evangelista, a la hora de seleccionar, adecuar y redactar su evangelio sobre tradiciones previamente existentes. Todo esto debe ser complementado, además, con el método socio-retórico, tal como lo desarrolla Theissen.
Bibliografía
Avendaño, J. L. (2021). El camino de la cruz. Análisis crítico-redaccional del evangelio de Marcos. Salem: Publicaciones Kerigma.
Marxsen, W. (1981). El evangelista Marcos. Estudio sobre la historia de la redacción del evangelio. Salamanca: Ediciones Sigueme.
Theissen, G. (1997). Colorido local contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición sinóptica. Salamanca: Ediciones Sigueme.
Zimmermann, H. (1969). Los métodos histórico-críticos en el Nuevo Testamento. Madrid: La editorial Católica.
