¿Qué podríamos llamar como una mala noticia? ¿Por qué esa noticia sería referenciada con el adjetivo de connotaciones negativas como lo es el término malo? ¿Será realmente malo o relativamente malo? Sin ánimo de profundizar en una cuestión de filosofía moral, una mala noticia es una información que puede dañar o perjudicar a alguien. Esto incluye noticias sobre hechos que tal vez para mí no sean un problema, pero para otros sí. Un ejemplo sencillo de ello sería la pérdida de la producción de una fábrica en Viena. Eso es una mala noticia para ellos, a mí no me perjudica, por lo menos no a menos que se trate de un producto o servicio de necesidad mundial. Pero, siguiendo con otro ejemplo, puede que cosas buenas sean malas noticias para otros. Por ejemplo, puede que una nueva tecnología armamentista donde se incluyan robots en vez de humanos para pelear una guerra, sea una buena noticia para el país que la desarrolla. Este hecho sería una mala noticia para un país que esté en guerra con este que ha desarrollado esa tecnología. Sobre este tipo de escenarios es lo que quiero hablar hoy.
Tenemos la historia del regreso de los cautivos de Judá en Esdras y Nehemías, y algunos detalles en otros profetas menores. En Esdras, específicamente en el capítulo 4 leemos que, en el proceso de construcción del templo, aparecen los enemigos de Judá y Benjamín (v. 1). Estos son los mismos que escriben a Artajerjes para dar una noticia (vv. 7-11). ¿Buena? ¿Mala? Los versos a continuación nos lo dirán (vv. 12-16):
Sea notorio al rey que los judíos que subieron de ti a nosotros vinieron a Jerusalén; y edifican la ciudad rebelde y mala, y levantan los muros y reparan los fundamentos. Ahora sea notorio al rey que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado. Siendo que nos mantienen del palacio, no nos es justo ver el menosprecio del rey, por lo cual hemos enviado a hacerlo saber al rey, para que se busque en el libro de las memorias de tus padres. Hallarás en el libro de las memorias y sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que de tiempo antiguo forman en medio de ella rebeliones, por lo que esta ciudad fue destruida. Hacemos saber al rey que si esta ciudad fuere reedificada, y levantados sus muros, la región de más allá del río no será tuya.
Según los enemigos, y como el mismo Artajerjes confirma más adelante (v. 21), lo que hace un capítulo atrás era motivo de alegría y júbilo para una nación (Esdras 3:11-13), la reconstrucción de su templo para buscar a YHVH; era una mala noticia para todo el imperio del momento. ¿Cómo es que reconstruir el templo de mi Dios, para restablecer el servicio que él pidió para acercarme a él, era una mala noticia para el resto del imperio, menos para Israel? Veámoslo desde una perspectiva más teológica: ¿cómo es que YHVH, luego de castigarnos y pasar el tiempo de nuestro castigo por nuestras rebeliones, nos trae de regreso para reconstruir el templo, como antes lo había dicho que pasaría por el profeta Jeremías (2 Crónicas 36:22-23), y no hace nada para evitar, ahora, que el plan de los enemigos de Judá fracase? ¿Para qué nos trajo de regreso en primera instancia?
La cuestión es sencilla: quien resiste la obra no es Dios, son los enemigos de Dios. Los hechos son claros: quienes hacen la obra de Dios son los que se alegran cuando esto ocurre y los que se afligen cuando no es posible llevarla a cabo. Artajerjes lo dijo: y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas (Esdras 4:20). Es una excelente noticia que el pueblo esté reedificando sus fundamentos para volver a levantar el servicio a Dios. Es bueno que se restauren los sacrificios, la liturgia, los devocionales, la adoración colectiva. Todo eso es bueno para el pueblo de Dios, pero todo esto es malo para los enemigos de Dios. Por esto habrá oposición, porque los enemigos de Dios saben que esto es una muy mala y desagradable noticia para ellos. No les conviene.
Ilustremos esto un poco más y entendámoslo desde una perspectiva histórico-cultural-teológica. Para los pueblos antiguos, ir a la guerra y vencer era visto como que su deidad nacional le dio la victoria sobre otra deidad extranjera. Esto demostraba el poderío de su deidad sobre esa otra extranjera. Para un hebreo antiguo, todos los demás mundos estaban bajo el mandato de los demás elohim menores. Solo Israel estaba en manos de YHVH, quien era único entre todos los elohim. Esta cosmovisión antigua la podemos ver en varios pasajes del Antiguo Testamento, específicamente de Deuteronomio 32:8-91. En el verso 9 nos dicen que YHVH eligió para sí a Israel; esta nación es su porción, su heredad. Dicho esto, no conviene restablecer las bases del templo de ese Dios que es superior a todos. A los enemigos no les conviene que vuelva a surgir el pueblo del Dios que tenía reyes fuertes que dominaban más allá del río. No conviene y nunca convendrá. Esta es una terrible noticia para el mundo enemigo de Dios. Si esto pasa, claro que tienen razón en decir que si esta ciudad fuere reedificada, y levantados sus muros, la región de más allá del río no será tuya. No solo no es suya, sino que nunca lo será mientras ese Dios esté procurando que su porción, su nación, se restaure. La nación es de Dios. El pueblo es de él. Quien los llevó cautivo fue él. Quien dijo que los traería de regreso fue él. Quien lo cumplió fue él. ¿No será él el mismo que también acabe con lo que dijo que haría?
Estas malas noticias para el mundo enemigo de Dios, que impide que te levantes, que te restaures, provocarán en ellos que quieran detenerte de todas las formas. Aflígete por esto. Entrístete. Llora. Hazlo porque no puedes seguir, momentáneamente, la santa encomienda; no porque el Dios que está detrás de tu restauración no esté haciendo nada o esté de brazos cruzados. Quien comenzó la obra es fiel para cumplir su palabra y terminarla. Deja que la noticia sea mala para los enemigos. Disfruta tú de la buena noticia: Dios está detrás de tu restauración.
¡Amén!
- Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel. (Deut. 32:8 R60). Esta es la forma del texto aue estamos habituados a leer en la Reina Valera del 60. Con los nuevos descubrimientos en critica textual del Antiguo Testamento, sabemos que las naciones se reparten segun el numero de los Hijos de Dios, los beney elohim. La variante בני אלוהים está mejor atestiguada en textos hebreos más antiguos (4QDeutj), y en otros idiomas, como el griego antiguo de las LXX. ↩︎
