Y tú, ¿quién dices que es Jesús?

Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Mateo 16:13-16

Las preguntas sobre la identidad de las personas son las únicas que nos permiten saber quiénes son ellas. Ahí radica su importancia. Saber quién es nos ayudará a saber más de lo que hasta muchas veces queremos saber.

En Mateo 16 vemos este caso. Rodeado de sus discípulos, su circulo íntimo, Jesús pregunta sobre que dicen los hombres sobre quién es él. Como un buen maestro, y con una intención clara, Jesús comienza preguntando sobre lo que dicen sobre él, para luego pasar a lo más importante: ¿Quién soy yo para ustedes?

Es evidente que a Jesús no le interesaba saber lo que los demás dicen sobre él y su identidad. Tampoco lo que creían sobre su persona. Lo que le interesaba saber era lo que sus seguidores, su circulo más cercano, creía y pensaba sobre su identidad.

Así como Jesús preguntaba en aquel entonces, hoy día vuelve a preguntar: ¿quién dices que soy? ¿Quién es Jesús para ti? La importancia de esta respuesta evitará que tengas una mala imagen sobre su persona, misma que impera en la época actual, pues cada facción o ideología tiene su propia versión de Jesús.

¿Quién dices que soy? Eso te pregunta Jesús hoy día. En una sociedad posmoderna, está bien tener una interpretación subjetiva de Jesús. Uno a mi medida. El problema es que esta interpretación subjetiva no corresponde con la identidad real de Jesús. Ese es el mayor, y el principal, de los problemas.

Un Jesús como el buen maestro de moral no es un Jesús que corresponde con la autoridad que conocemos hoy que tenía ese judío del siglo I. Un Jesús ajeno a su identidad es solo un constructo social a nuestra imagen y semejanza, no la persona que vivió, y tuvo un gran impacto en su época, trascendiendo a la misma.

¿Quién soy para ti? Eso pregunta Jesús. Porque según el limitado concepto que tengas de él, así de limitada serán tus esperanzas en él. No es lo mismo el Jesús humano, el simple judío marginal, que aquel que fue levantado de entre los muertos por ser justo ante Dios.

Un Jesús cínico, un maestro de justicia, o de moral, es solo una arista de aquel que tenía fama de exorcista y taumaturgo en el siglo I. Aquel que hablaba y enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas y fariseos.

¿Quién dices que soy? Eso te pregunta Jesús hoy. Porque un maestro de moral no es capaz de ser aquel intermediario entre Dios y el hombre, Jesucristo hombre, el cual es poderoso para socorrer a los que sufren y padecen. ¿Entiendes la diferencia y la importancia de saber y conocer su identidad?

Jesús es el Cristo, el Hijo del bendito Dios que en su misericordia nos ha socorrido para darnos vida eterna en, y por, su Hijo. Si tú no le conoces por quién es él realmente, te invito a conocerle.